Alguno más de 50 años debe tener esta pequeña mantelería.
Es una mantelería de merienda, y la recuerdo en la cesta de ir al campo desde siempre.
Forma parte del ajuar que mi madre, con enorme ilusión, bordó en su juventud.
Como véis, los trabajos de aplicación, no son ninguna novedad; y estos se acompañaban de motivos bordados y matizados con pequeñas puntadas.
Le pregunté a ella por las telas, y me dijo que alguna modista amiga le guardaba los pequeños retalitos para las aplicaciones.
Por cierto, esta técnica, aquí en mi tierra, se llama
al trapo "pegao".
Las esquinas de cuadritos vichy, unidas con zig-zag, llevan un adorno de punto de cruz doble.
¿Verdad que es una maravilla conservar estos tesoros, a pesar de las muestras de envejecimeinto y de alguna que otra mancha rebelde?
Le he pedido a mi madre que me la regale; yo haré una réplica para que también la tenga mi hermana.
Gracias, mami.
¿Os dije que por fin he terminado el top de mis angelitos?
Aquí os dejo algunas fotos, aunque no son demasiado buenas.
Precisamente esta tarde voy a prepararlo para empezar a acolchar, antes de que el calor me lo impida.
Y, para terminar... ¿Aprovechamos mini-retales?
Está aplicada en una camiseta para Alba, la sobrina de una amiga.
La técnica me la contagió Carmen María.
En poco más de diez días, mi ventana ha cambiado.
Os dejo a la primavera abriéndose paso, veloz, por las laderas.
Sed felices.