A falta del stitch, conseguí terminar mi trenecito.
Decidí no bordar todas las vías; me pareció que se empastaba un poco.
Y es posible que cambie las ruedas, porque no destacan demasiado sobre el fondo...
En esta ocasión, los arbolitos que se ven en el horizonte los he bordado porque me cansan estas aplicaciones tan pequeñas. ¿Estoy impaciente?
Un detalle...
¿Y un poquito de historia?
El ferrocarril llegó a Béjar a finales del siglo XIX, concretamente en 1896.
La conexión ferroviaria de la ciudad con el norte y el sur peninsular supuso un gran espaldarazo para la industria y la economía bejaranas, de modo que el siglo XX nos encontró en un momento de apogeo y modernidad.
De entonces es parte de la arquitectura civil más hermosa de Béjar; las casas burguesas de la Calle Mayor abrieron amplios ventanales y solanas al mediodía para llenarse de aire y luz.
No debió ser fácil traer hasta Béjar la línea de ferrocarril, ya que el relieve es muy abrupto y se debían salvar sendos puertos al norte y al sur para comunicar las dos Mesetas.
Pero lo más difícil de todo fue la aproximación a la ciudad; hubo que horadar el espolón granítico sobre el que se asienta Béjar, para que el tren atravesara sus entrañas con un túnel de más de 600 metros.
Los ingenieros encargados de llevar tan magna obra a cabo fueron los franceses Felipe y Mauricio Bunau, que habáin trabajado antes en el Canal de Suez.
Otro día os contaré alguna curiosidad de la finca donde vivieron estos señores.
En esta vieja fotografía puede observarse el curso de las obras; el gran ingenio que hubieron de utilizar para salvar el valle del Cuerpo de Hombre y, colgado en la ladera, el túnel que atraviesa Béjar en su entrada norte.
Este fue el resultado...
un sólido puente modernista en las inmediaciones del puente medieval de San Albín.
Y aquí, difícilmente por la calidad de la imagen, se adivina la estación.
A finales del siglo XX la línea ferroviaria que llegaba a Béjar fue clausurada.
A su falta de rentabilidad hay que unir las dificultades orográficas de su trazado, lo que encarecía su modernización.
Y así el tren se fue...
Y la estación quedó solitaria.
Y mi viajero... ¿llegará a tiempo para coger su tren?
Creo que en su equipaje lleva todo lo necesario para vivir una gran aventura... sin perderse y sin perder detalle!!
¡Intentad ser felices!